Reproducimos la carta que llegó a nuestra dirección postal. Es un buen amigo y un incansable viajero.
«Hoy, el que os escribe es un trotacaminos de poca monta. Curioso, nada más. Me gusta andar, olfatear y ver, sobre todo ver y disfrutar de todo lo que me rodea. España tiene una interminable fuente de placer visual, olfativo y degustativo. Y como soy un amante de la buena comida (la de antes, la de nuestros abuelos) siempre que puedo meto el «hocico» en la olla.
En esas andaba, saludando a mi amigo Torcuato de Badajoz, cuando me comentó que porqué no nos acercábamos a Ifeba, el recinto ferial de Badajoz, porque allí se estaba celebrando Fehispor, la Feria que todos los años une a Badajoz con su vecina Portugal en un abrazo de fraternidad.
Así que nos presentamos allí y de inmediato me dí cuenta de que Badajoz y Portugal, representada en su mayoría por gente de tierras Rayanas (próximas a los vecinos pacenses), desplegaban en esta Feria todo un amplio abanico de recursos turísticos y comerciales.
Y, como no, a nivel gastronómico, tanto Portugal como España pueden presumir de contar con una ancestral tradición cocinera y repostera. A mí personalmente me llamó la atención el despliegue de tiendecitas (o stands, llámelo usted como quiera) que exhibían productos queseros y relacionados con el cerdo ibérico (embutidos, jamones, paletas, salchichones….)
Allí no daban abasto: raciones por aquí, degustaciones de jamón ibérico por allá, la cervecita corriendo entre tapa y tapa…
Era la hora que era, y yo miraba a mi amigo Torcuato con unos lagrimones enormes viendo las deliciosas viandas que se cruzaban por mi vista. Todo olía a tradición, a matanza de pueblo, a leña y encina….era indescriptible el torrente de olores de ayer que desprendía aquella zona.
Y en una de las tiendecitas, posiblemente la más activa y la que más vendía, me encontré con el culpable de aquellos olores tan castizos, tan de aquí, con esa intensidad y ese aroma que invita a la degustación inmediata: hablo -como no- del Pimentón de La Vera «La Dalia», el de mi amigo José María Hernández. Ese producto tan auténtico capaz de levantar sabores y pasiones en todo lo que toca: guisos, aderezos, embutidos…es enorme el poder de este oro rojo.
Y es que el Pimentón de José María es un clásico que ha dado ya la vuelta al mundo. Lo puedes ver en los rincones más peregrinos del mapa, inundando con su olor y su aroma todas las cocinas del planeta.
Amigo José María, sigue siendo como eres, produciendo ese magnífico Pimentón La Dalia (con Denominación de Origen), con esas preciosas latitas inspiradas en el primer diseño que ideó tu abuelo, (ya sé que el año pasado celebrásteis vuestro Centenario) y deleitando con vuestro buen saber hacer los platos más tentadores de la gastronomía mundial.